martes, 21 de octubre de 2014

274# Mariátegui dijo:


El artista contemporáneo se queja, frecuentemente, de que esta sociedad o esta civilización, no le hace justicia. Su queja no es arbitraria. La conquista del bienestar y de la fama resulta en verdad muy dura en estos tiempos. La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores. La obra de arte no tiene, en el mercado burgués, un valor intrínseco sino un valor fiduciario. Los artistas más puros no son casi nunca los mejor cotizados. El éxito de un pintor depende, más o menos, de las mismas condiciones que el éxito de un negocio. Su pintura necesita uno o varios empresarios que la administren diestra y sagazmente. El renombre se fabrica a base de publicidad. Tiene un precio inasequible para el peculio del artista pobre. A veces el artista no demanda siquiera que se le permita hacer fortuna. Modestamente se contenta de que se le permita hacer su obra. No ambiciona sino realizar su personalidad. Pero también esta lícita ambición se siente contrariada.

El artista debe sacrificar su personalidad, su temperamento, su estilo, si no quiere, heroicamente, morirse de hambre: De este trato injusto se venga el artista detractando genéricamente a la burguesía. En oposición a su escualidez, o por una limitación de su fantasía, el artista se representa al burgués invariablemente gordo, sensual, porcino. En la grasa real o imaginaria de este ser, el artista busca los rabiosos aguijones de sus sátiras y sus ironías.

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

miércoles, 1 de octubre de 2014

273# Maneras de vivir de otra manera


Hace justo cinco años este programa echaba a andar. Justo cuando todo empezaba a retroceder, muchos ciudadanos a caerse y nuestros representantes, patronos y banqueros a pasarles por encima. Justo cuando nuestros derechos empezaban a ir del revés, la democracia era arrastrada por el lodo y el bienestar salía por pies. Justo cuando a la gente la echaban de sus casas, de sus trabajos, incluso de su país. En estos cinco años, nosotros también hemos tenido que cambiar de casa y de trabajo pero siempre hemos encontrado un lugar adonde ir: vosotros.

En estos cinco años también hemos visto cómo la gente se levantaba y alzaba la voz, recuperaba la palabra, perdía el miedo y reencontraba la calle. Cómo impedía desahucios, paraba privatizaciones, acorralaba a corruptos, cambiaba portadas de los periódicos y hasta resucitaba programas de radio. Hemos visto cómo recogía a los que se caían, protegía a los que eran atacados, acompañaba a los que se quedaban solos. Hemos recuperado la compañía, hemos vuelto a vernos, nos hemos juntado. Nos hemos recuperado a nosotros.

En estos cinco años, también hemos aprendido que llevábamos muchos años creyendo que avanzábamos pero caminando en la dirección equivocada. Nosotros también, en este programa, hemos tomado más de un atajo que llevaba a un callejón sin salida. Pero vamos aprendiendo y muy rápido. Ya no solo ofrecemos resistencia, ahora nos estamos organizando para caminar por nuestra cuenta. No queremos salir del túnel por donde entramos ni por la vía del tren de mercancías en el que nos llevan. Ahora depende de nosotros salir a un país mejor al que dejamos. Depende de nosotros, no de ellos.

En estos cinco años, hemos aprendido que pueden quitarnos los micrófonos, pero no pueden quitarnos la voz. Pueden echarnos, pero siempre habrá quien nos acoja. Pueden intentar dirigirnos, pero zigzagueamos. Pueden prohibirnos pero podemos desobedecer. Pueden quitarnos los medios, el trabajo, la casa, el espacio, pero podemos crear otros espacios, por nuestros propios medios, con nuestro trabajo, para construir una casa en la que quepamos.

No les necesitamos. Nosotros nos bastamos y hemos dicho basta. Nos sobran, nos sobramos y vamos sobrados. A nuestro aire. Caminamos por libre. Estamos descubriendo otras maneras de vivir de otra manera.


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