jueves, 4 de junio de 2009

048# Pedonolor

PEDONOLOR
(ROPA INTERIOR MASCULINA Y FEMENINA ANTIVENTOSIDAD)

Si ha observado usted que las producciones gaseosas de su propio intestino le complacen tanto como le desagradan las ajenas, sepa que no tiene por qué avergonzarse. El olfato es, entre otras cosas, una sofisticada ventana del sistema inmunitario que detecta los iones ajenos a nuestro organismo y los señala como cuerpos extraños potencialmente peligrosos de los que, en la duda, es preferible alejarse. En cambio, los iones propios son bienvenidos, ya que, lejos de hacernos daño, pueden servirnos, con la debida práctica, como indicadores que nos permitan valorar distintos aspectos de nuestra digestión y así efectuar las correspondientes correcciones en la ingesta diaria.
Está claro que no podemos obligar a nadie a soportar mis olores más íntimos, y además, aunque ocasionalmente podamos escudarnos en el anonimato -ha de haber al menos tres personas-, si abusamos de esa momentánea impunidad, los demás, por un proceso deductivo y estadístico, acabarán comprendiendo que somos nosotros los responsables de los distintos episodios de pestilencia, y de nada nos servirá negar cínicamente o intentar que las víctimas se lo tomen a risa: nuestro prestigio social habrá sufrido un daño dificilmente reparable. El amor paternal, filial o de pareja, así como la amistad sincera, podrán a la larga -y no siempre- perdonar estos deslices, pero nunca en el momento mismo en que se producen.
Sin embargo, contener el impulso de emitir gases es, aparte de desagradable, notoriamente insano, y algo de razón tiene el refrán castellano (más conocido en Hispanoamérica que en España) que advierte: "Más vale una amistad perdida que una tripa reventada". Por otra parte, son muchas las ocasiones en que no podemos ausentarnos constantemente para dar salida a estos naturales impulsos: piénsese en las recepciones oficiales, las audiencias de la realeza o del Vaticano, o simplemente el trabajo cotidiano en un Ministerio o en un banco, sobre todo en el caso de un alto cargo, cuyas constantes visitas a los servicios no pasarían tan inadvertidas como las de los empleados de rango inferior.
Y ahí es donde interviene PEDONOLOR®. Las prendas de PEDONOLOR® tienen, en la parte trasera inferior, millones de cristales de óxido de hierro que, en contacto con el anhídrido sulfuroso responsable del olor de las ventosidades, da lugar a sulfuro de hierro más agua según la fórmula

SH2 - fFeO -> SFeH hH2O

Estos dos, precipitados (sulfuro de hierro y agua) son inodoros: el sulfuro de hierro, más conocido como pirita, de color amarillento, nunca falta en las colecciones de minerales. Para más adelante se contempla la fabricación de prendas PEDONOLOR® que, en el momento en que se produce la ventosidad, desprendan olor a jazmín o lavanda.
Pero para eso habrá que esperar a que, gracias a PEDONOLOR®, la emisión de gases en público haya dejado de merecer la repulsa social.

CHICHO SÁNCHEZ FERLOSIO

Extraído del libro "De Chicho: Canciones, poemas y otros textos" (Ediciones Hiperión) de Chicho Sánchez Ferlosio. No será la última vez que se hable de él en este blog.
La imagen la saqué de aquí.

1 comentario:

Route 66 dijo...

ahahahahaaaaaa! todo este post (aparte de descojonarme de lo lindo) plantea una gran verdad, y de eso andamos escasos ultimamente. Genial post!